Los nacionalistas identitarios miran por Andalucia más que los nacionalistas españoles‏

En torno a la selección y sus victorias se ha ido gestando un chisporroteo identitario que, hasta hace bien poco, causaba grima entre los progresistas y los eruditos a la violeta. Esta España de las cien mil banderas se sacudía la caspa de la identidad nacional con un desprecio absoluto para hacerse cargo sentimental, política y económicamente hablando tan solo de sus banderines nacionalistas. Parece ser que la selección y sus victorias (solo queremos identificarnos con España cuando España gana en el terreno que sea) han ido ahormando cierto espíritu de conciencia nacional. Bueno. Algo es algo. Peor era antes donde, según algunos internacionales sevillanos que pasaron por la roja, había jugadores que ya en los vestuarios no se ruborizaban en expresar las escasas motivaciones que tenían por enfundarse la camiseta nacional. Iban porque revalorizaban su imagen y también sus contratos. Ayer, lejos del Sánchez-Pizjuán, en el Parlamento de España, una canaria nacionalista, Ana María Oramas, a raíz del debate sobre la crisis y sus brutales consecuencias, pedía para Andalucía un plan especial. Me quedé aplatanado. Sinceramente. Tuvo que ser una canaria nacionalista la que se acordara de nosotros y pidiera en el Parlamento un plan especial de actuación e intervención en Andalucía. Dadas nuestras débiles estructuras sociales y económicas pese a los avances conseguidos en los últimos años. Es duro reconocer realidades de este tipo. Pero Andalucía mantiene en Madrid a sesenta y un diputados. Y ni uno tuvo la feliz ocurrencia de pedir lo que Ana María Oramas (a partir de ahora ruega por nosotros) pidió con tanto realismo para esta comunidad. Es la primera nacionalista que no sólo piensa en el campanario de su comunidad. Sino que también mira con solidaridad, identidad y grandeza política lo que pasa más allá de las fronteras de su paisaje. En cambio son muchas ya las veces que cada vez que una emergencia nos sacude, los andaluces del Parlamento de Madrid no se enteran de qué va la política. Salvo las excepciones supuestas para no pecar de implacable. ABC digital ha estado una semana clamando desde su sección de foto denuncia por el vergonzoso abandono de la bandera de Andalucía existente en la rotonda de la Avenida de La Paz con la ronda del Tamarguillo. Lo que allí colgaba del mástil no era una bandera. Era un guiñapo de jirones de trapo difícilmente identificable. Pero allí estaba. Representándonos. En todo lo alto del mástil. Expresando, quizás, el sentimiento generalizado que esa bandera inspira en la política andaluza y en la ciudadanía local. Dicen que la mirada expresa la actitud del hombre ante la vida. Hay gestos que hablan en silencio del sentir de una clase política sobre los símbolos de identidad colectiva. Esa mirada de nuestra política andaluza sobre los símbolos identitarios de la comunidad nos da miedo y fatiga. Si en el Parlamento de Madrid hay sesenta y un diputados andaluces que no cayeron en pedir un trato especial para Andalucía, en el Parlamento andaluz nadie tuvo la sensibilidad obligada de pedir una bandera nueva para un mástil tan visible. Están ocupados en la alta política que es el juego de meter el dedo en el ojo al adversario y en el orto a los ciudadanos. El caso es que sólo la foto denuncia de ABC se acordó de nuestra bandera. Si España es la selección, la política andaluza la vindica una canaria y la bandera andaluza la tratamos como en la rotonda de Alcampo, sólo se me ocurre decir Ana Maria Oramas, ruega por nosotros....Febrero.09 x J. FÉLIX MACHUCA .ABC