Otra vez un tema de Reincidentes me ha removido las entrañas de la conciencia a la luz de los titulares informativos, pero ésta vez no sé muy bien si ha sido la de “Aprendiendo a Luchar” o la de “Mi Generación”, porque a mi puta generación nos enseñaron a luchar, y parece que no nos hemos olvidado, pero no se nos da bien del todo, no sabemos muy bien cuando, como y porqué luchamos.
Mi generación es la que perdió mitades de cursos en las calles a base de huelgas, a algunos nos costó más que el mal rato, incluso perdimos la propia carrera académica a base de reuniones de sindicatos estudiantiles manipulados por las conveniencias de turno y que, a pesar de todo, nos metieron primero la LOGSE, luego la LOU y ahora nos siguen metiendo a Bolonia, será porque no supimos aprovechar bien las lecciones de la generación de las carreras de delante de los grises, y en el examen de Iniciación a la Resistencia nos mandaron a repetir.
Mi generación puede ser la Generación Power Rangers o la Generación Botellona, depende como lo vea cada uno, pero en los últimos días me están demostrando que debemos definirnos más como la Botellona, por supuesto, para nuestra desgracia.
El mismo día que diez compañeros combativos, legítimos y honrosos del Sindicato Andaluz de Trabajadores, de los de la generación que ya se pegó sus carreras delante de los grises, eran apaleados y detenidos por los que ahora van de azul con las siglas UIP en la manga, en Pozuelo de Alarcón, provincia de Madrid, corazón de la Castilla “madre de españa”, la de los comuneros de unos tiempos y de los invasores de todos, mi generación, la de los Power Rangers y la Playstation, se enfrentaba a otros de mismo jaez en pos del dudoso derecho a tirar sus vidas a la basura.
Ésta es la lucha de la Generación Botellona: enfrentarse a las fuerzas del orden cuando, por una vez, ejercen de ello, en lugar de contra las fuerzas de represión como lo son en tantas ocasiones, defendiendo la actitud de estar en la calle bebiendo, sin más que por beber, sin más que por dejar de lado la lógica necesidad de pasarlo bien para abrazar el extraño anhelo de embotar la consciencia y la conciencia en alcohol y hachís. Y vuelvo a hablar como parte integrante de una generación que demasiadas veces me da vergüenza: no caigamos en la mojigatería esa de “uy que malos, que namás que saben beber y fumar porros”… si quiero tomarme una copa me la tomo, y en la calle si quiero, y si me apetece fumarme un porro me lo fumo, y yo veré lo que hago con mi vida… pero eso no me da la razón para que sea sólo eso lo que hago con mi vida.
Todos sabemos los disturbios consecuentes de la intervención de la policía, y a éstas alturas todos sabemos que no soy precisamente un pacifista.
Esa misma manera de luchar, esa forma de enfrentarse, siempre ha sido y será criticada, pero únicamente por aquellos que temen a la reacción espontánea de la sociedad, del grupo, del Pueblo. Las mismas actitudes kaleborrokeras desplegadas en las fiestas de la localidad vizcaína de Lekeitio el pasado fin de semana, repetidas casi simultáneamente en Pozuelo, no son condenables por sí mismas sino cuando no tienen una razón o motivo de peso como origen. En Lekeitio, una vez más, son las organizaciones del MLNV las que provocan un movimiento lógico en tanto la situación en Euskal Herría es la que es, y el trasfondo social, político y nacional de la misma explica los hechos por sí solos, el problema radica en que no se puede hallar justificación política ni social para la batalla de Pozuelo.
Ahora es cuando toca soñar que, realmente, hemos aprendido a luchar los de nuestra generación. En ese tipo de estallidos se vuelve a plantear la primera pregunta del examen de Iniciación a la Resistencia: “¿Qué te da rabia, y como reaccionas?” he ahí la muestra, pero… ¿porqué no nos dan rabia y reaccionamos de la misma manera las situaciones de injusticia social que vivimos en el estado español, especialmente en la Nación Andaluza? ¿Por qué esta, mi generación, no se enfrenta con la misma fuerza y convicción, a la postración de la sociedad y la clase trabajadora andaluza ante el imperialismo colonizador del capitalismo sobre el que se vertebra el estado español? ¿Por qué no se decide mi generación a plantarse con la misma rabia delante de la Consejería de Asuntos Sociales enarbolando el Derecho a la Vivienda, contra la precariedad laboral, por las Libertados individuales y colectivas, por el derecho internacional a la Autodeterminación de los Pueblos y ese largo etcétera de asuntos que pueden transformar la realidad social de nuestra nación?
Cuando con la misma rabia e idéntica decisión estemos los de mi edad, los de menos de 30 años, por poner, en las movilizaciones del SAT, por ejemplo; podremos perdonarnos a nosotros mismos y aprobar el examen de Iniciación a la Resistencia. Entonces, con legitimidad, podremos ponernos la chapita del Ché, y hacer ondear nuestra Bandera, con la conciencia segura de que Luchamos por lo que merece la pena y por los medios más directos, no usándolos para desvirtuar la propia forma de lucha y los principios que hacen de ésta una obra de honor.
Francisco B. Carrera
24 años!
Mi generación es la que perdió mitades de cursos en las calles a base de huelgas, a algunos nos costó más que el mal rato, incluso perdimos la propia carrera académica a base de reuniones de sindicatos estudiantiles manipulados por las conveniencias de turno y que, a pesar de todo, nos metieron primero la LOGSE, luego la LOU y ahora nos siguen metiendo a Bolonia, será porque no supimos aprovechar bien las lecciones de la generación de las carreras de delante de los grises, y en el examen de Iniciación a la Resistencia nos mandaron a repetir.
Mi generación puede ser la Generación Power Rangers o la Generación Botellona, depende como lo vea cada uno, pero en los últimos días me están demostrando que debemos definirnos más como la Botellona, por supuesto, para nuestra desgracia.
El mismo día que diez compañeros combativos, legítimos y honrosos del Sindicato Andaluz de Trabajadores, de los de la generación que ya se pegó sus carreras delante de los grises, eran apaleados y detenidos por los que ahora van de azul con las siglas UIP en la manga, en Pozuelo de Alarcón, provincia de Madrid, corazón de la Castilla “madre de españa”, la de los comuneros de unos tiempos y de los invasores de todos, mi generación, la de los Power Rangers y la Playstation, se enfrentaba a otros de mismo jaez en pos del dudoso derecho a tirar sus vidas a la basura.
Ésta es la lucha de la Generación Botellona: enfrentarse a las fuerzas del orden cuando, por una vez, ejercen de ello, en lugar de contra las fuerzas de represión como lo son en tantas ocasiones, defendiendo la actitud de estar en la calle bebiendo, sin más que por beber, sin más que por dejar de lado la lógica necesidad de pasarlo bien para abrazar el extraño anhelo de embotar la consciencia y la conciencia en alcohol y hachís. Y vuelvo a hablar como parte integrante de una generación que demasiadas veces me da vergüenza: no caigamos en la mojigatería esa de “uy que malos, que namás que saben beber y fumar porros”… si quiero tomarme una copa me la tomo, y en la calle si quiero, y si me apetece fumarme un porro me lo fumo, y yo veré lo que hago con mi vida… pero eso no me da la razón para que sea sólo eso lo que hago con mi vida.
Todos sabemos los disturbios consecuentes de la intervención de la policía, y a éstas alturas todos sabemos que no soy precisamente un pacifista.
Esa misma manera de luchar, esa forma de enfrentarse, siempre ha sido y será criticada, pero únicamente por aquellos que temen a la reacción espontánea de la sociedad, del grupo, del Pueblo. Las mismas actitudes kaleborrokeras desplegadas en las fiestas de la localidad vizcaína de Lekeitio el pasado fin de semana, repetidas casi simultáneamente en Pozuelo, no son condenables por sí mismas sino cuando no tienen una razón o motivo de peso como origen. En Lekeitio, una vez más, son las organizaciones del MLNV las que provocan un movimiento lógico en tanto la situación en Euskal Herría es la que es, y el trasfondo social, político y nacional de la misma explica los hechos por sí solos, el problema radica en que no se puede hallar justificación política ni social para la batalla de Pozuelo.
Ahora es cuando toca soñar que, realmente, hemos aprendido a luchar los de nuestra generación. En ese tipo de estallidos se vuelve a plantear la primera pregunta del examen de Iniciación a la Resistencia: “¿Qué te da rabia, y como reaccionas?” he ahí la muestra, pero… ¿porqué no nos dan rabia y reaccionamos de la misma manera las situaciones de injusticia social que vivimos en el estado español, especialmente en la Nación Andaluza? ¿Por qué esta, mi generación, no se enfrenta con la misma fuerza y convicción, a la postración de la sociedad y la clase trabajadora andaluza ante el imperialismo colonizador del capitalismo sobre el que se vertebra el estado español? ¿Por qué no se decide mi generación a plantarse con la misma rabia delante de la Consejería de Asuntos Sociales enarbolando el Derecho a la Vivienda, contra la precariedad laboral, por las Libertados individuales y colectivas, por el derecho internacional a la Autodeterminación de los Pueblos y ese largo etcétera de asuntos que pueden transformar la realidad social de nuestra nación?
Cuando con la misma rabia e idéntica decisión estemos los de mi edad, los de menos de 30 años, por poner, en las movilizaciones del SAT, por ejemplo; podremos perdonarnos a nosotros mismos y aprobar el examen de Iniciación a la Resistencia. Entonces, con legitimidad, podremos ponernos la chapita del Ché, y hacer ondear nuestra Bandera, con la conciencia segura de que Luchamos por lo que merece la pena y por los medios más directos, no usándolos para desvirtuar la propia forma de lucha y los principios que hacen de ésta una obra de honor.
Francisco B. Carrera
24 años!
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